Las meditaciones de Marco Aurelio y la ropa negra de mi papá.

Las meditaciones de Marco Aurelio y la ropa negra de mi papá.

Las meditaciones de Marco Aurelio y la ropa negra de mi papá.

Texto por Rebeca Leal Singer para su columna Platón en Pants. Collage por Cut, Paste & Speak!

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Alguna vez, bajo un sol de algún tipo, o tal vez una luna, mi mamá le mostró a mi papá un esquema de colores. Con círculos y flechas, cada palabra se enroscaba a un centro, atándolo temporalmente a su contenido. Usando su dedo, mi mamá apuntó a uno de los círculos, indicando alguna cosa, avanzando hacia una explicación. Pero mi papá estaba confundido, simplemente no lograba descifrar la lógica que le comunicaban. Ese día y en ese momento, se percataron de que era daltónico: no podía distinguir ciertos colores, ni sus diferencias. 

Ahora, mi papá usa negro y solo negro todos los días. En el clóset que alguna vez fue de mi hermano, se apilan decenas de camisetas tipo polo, una encima de la otra, creando una escultura de tela endeble, pero firme. Desde los ganchos cuelga la misma cantidad de pantalones (la mayoría pants) negros de distintas texturas: algunos más gruesos y otros más delgados, de esos que suenan cuando sus fibras chocan unas contra otras, preparado para cualquier temporada, cualquier ocasión. 

Al menos en mi mente y en mi corazón, mi papá es estoico, estoico como Marco Aurelio. Y estoy convencida de que su vestimenta absolutamente negra y práctica tiene todo que ver. Marco Aurelio fue un emperador de la antigua roma que además era filósofo. Cada vez que lo pienso sonrío: un emperador filósofo…me parece una idea tan rara… 

Antes, la filosofía no era como ahora, en el sentido de que ahora podemos sentarnos cómodamente en nuestros sillones y leer un poco de Hegel, un poco de Kant y un poco de Ochy Curiel (por ejemplo) y ser felices y continuar con nuestras vidas, sin sentir que tenemos que vivir en congruencia con alguna de sus ideas. Antes, y por antes me refiero a la antigua Roma y antigua Grecia, si decidías irte con las ideas de un filósofo, debías vivir tu vida de acuerdo a esas ideas: literalmente era un estilo de vida. No había diferencia entre lo que pensabas y la forma en la que vivías en el mundo. 

Esto me parece interesante por lo siguiente: hay una pensadora argentina maravillosa llamada Leonor Silvestri (recomiendo ampliamente leerla/seguirla en redes/escucharla y hacerle aportes económicos por todo el material que libera) que dice que los planes filosóficos  universitarios jamás incluyen todo el pensamiento que nos puede llevar a tener una vida feliz. Leonor Silvestri está convencida de que no es coincidencia que en las preparatorias y universidades nos compartan las enseñanzas de Platón, Camus y otros pensadores que estaban considerando más bien cuestiones “deprimentes”, por ponerlo de una forma sumamente reductiva. 

¿Qué hay de los estoicos, los cínicos y los epicúreos? ¿Por qué nadie nos cuenta acerca de las escuelas de pensamiento que estaban en busca de la alegría? Parecería como si hubiera una agenda premeditada en no querer que las personas sean felices. 

Los estoicos pensaban que lo más importante era la ética y que debían vivir la vida de la forma más ética posible. Esta ética consistía principalmente en dominar el alma: liberarse de las pasiones y deseos que perturbaban la vida. Pasara lo que pasara, cambiara lo que cambiara, tener un control sobre sí. Aunque perdieras tu trabajo,  aunque muriera un ser querido, aunque tu peor pesadilla se volviera realidad o incluso, aunque aconteciera un milagro: tener un control sobre sí,  es decir, no cambiar el estado anímico interior. ¿Cómo es posible permanecer ecuánime ante una tragedia o un milagro? Para los estoicos, era necesario ser muy disciplinados y tener ciertos hábitos que no podían romperse: había que mantenerse activo, jamás tener miedo, vivir de una forma modesta, practicar el agradecimiento, seguir la naturaleza, valorar el tiempo, examinarse a uno mismo y bloquear los vicios, entre varias cosas más. 

De todos los textos relacionados al estoicismo, mis favoritos son: “Las meditaciones” de Marco Aurelio y “Las cartas a Lucilio” de Séneca. “Las meditaciones”de Marco Aurelio son los diarios que este grandioso emperador romano escribió para sí mismo. Es prácticamente un texto sagrado, de esos que puedes abrir en cualquier página y encontrarte con un fragmento de información que no sabías que necesitabas. Leer las meditaciones es como meter la cabeza a un pozo de sabiduría. Si por mi fuera, me gustaría que todas las personas del mundo pudieran leerlas, meter su cabeza y luego sacarla del pozo, salpicar con su pelo mojado todo a su paso. Alguien que lo hizo fue Nelson Mandela, cuando estuvo en la cárcel. La leyenda cuenta que esta lectura le ayudó a mantener su salud mental y su fuerza en ese momento tan increíblemente duro en su vida. Las “Cartas a Lucilio” tienen un efecto muy parecido. Es el libro que le escribe Séneca, el gran filósofo Estoico, a su alumno, conteniendo todo lo que él quería que Lucilio supiera. Cuando las leí de adolescente, resonaron en mis entrañas por semanas enteras. Este es uno de los libros que… verdaderamente…si las personas que están leyendo esto tienen oportunidad de hacerlo: primero que nada: ¡hola! y segundo: no se lo pierdan.

Incluso hoy en día, al menos dos mil trescientos cincuenta y siete años después de que aparecieron los primeros estoicos ¡(dos mil trescientos cincuenta y siete años!) las personas continúan incorporando principios del estoicismo en sus vidas cotidianas. Hay libros de divulgación del estoicismo y canales de youtube donde se busca transmitir esta información para mejorar la calidad de vida de las personas. El “Diario para estoicos”, por ejemplo, de Ryan Holiday es una guía que condensa la sabiduría de Séneca y de Marco Aurelio y la convierte en pequeños fragmentos que pueden leerse y utilizarse diariamente. Existe un canal de youtube, “the daily stoic” (El estoico diario), donde se pueden encontrar videos como “7 ideas estoicas que te cambiarán la vida” o “Sencillos secretos de los estoicos para ser feliz”. 

Cualquiera que conozca a mi papá (salvo mi mamá probablemente jaja) estará de acuerdo en que mi papá es un estoico: rara vez se enoja y por lo general mantiene una actitud de alegría y templanza ante la vida. Sus ojos rasgados y amables, que me enorgullece haber heredado, saludan al mundo de forma permanente, invitando a una conversación, no siempre solicitada, pero que él siempre navega con gracia. Mi papá es una gran persona. Lo admiro mucho. A veces pienso que él tiene las respuestas. Intento sacárselas, una por una, como si fueran semillas de una fruta, pero tengo la impresión de que son infinitas. 

Aunque los estoicos no se vestían de negro, la elección de mi papá por ese color me resulta estoica en el sentido de que es uno más de los hábitos que él practica diariamente desde hace décadas. Mi papá, además de ser muy padre, es muy disciplinado. Como Marco Aurelio, se levanta muy temprano y reflexiona, es muy cuidadoso con su alimentación, lee sin falta todos los días, se mantiene activo todos los días, e incluso, como Marco Aurelio, busca un momento para meterse a un vapor, así como el emperador hacía en los famosos baños de la antigua Roma. Cuando pienso en Marco Aurelio, no puedo evitar pensar en la extrema disciplina de mi papá. Y es que mi papá, además de ser disciplinado, como ya adelanté ligeramente, es una persona DEMASIADO TRANQUILA, que verdaderamente busca, como Aurelio, la paz. Vestirse de negro (y casi igual) todos los días, es uno más de las “deciones bellas” en términos de Marco Aurelio, que mi papá toma todos los días. 

No estoy diciendo que vaya a empezar a vestirme de negro yo también, ni que las personas que estén leyendo este texto deban hacerlo. Lo único que estoy diciendo es que todas estas decisiones, por más pequeñas que parezcan, tienen un peso en el gran esquema de nuestro bienestar. Creo que ahora que soy una adulta, es hora de encontrar el tipo de vestimenta que a mi me da esta clase de paz. Es verdad que la condición de mi papá con respecto a los colores lo llevó a este camino, sin embargo, empiezo a sospechar que en la vida de todas las personas, existen estos puntos de quiebre en los cuales se va formando aquello que la super escritora californiana Joan Didion llama “carácter” y Coco Chanel llama “estilo”. Sin embargo, un estilo más allá de lo visible, sino que pasa por la superficie y se extiende al interior. Un estilo de ser. 

Últimamente he estado lidiando mucho con aceptar que soy una adulta y que mis papás no son infinitos, aceptar su estado de vulnerabilidad. Él me tuvo cuando tenía cuarenta, así que nuestra relación siempre ha estado atravesada por un puente muy largo, que por un lado nos une y por el otro, al reducir nuestro tiempo juntos en el mundo, nos aleja. La experiencia de tener padres viejos es singular y quienes los tengan, no me dejarán mentir.

Pero todo está bien, porque ahora, yo también, a mi manera, intento practicar el estoicismo. Ya no le temo a la muerte. Mientras tanto, para él, negro será. 

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Rebeca Leal Singer (Ciudad de México, 1994). Escritora y entusiasta de la moda. Maestra en Creación Literaria por The New School, Nueva York. Su objetivo en la vida es hacer que las cosas complicadas sean sencillas.

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