Antioda al verano.
Texto por Cielo Vázquez para su columna. Collage por Aranza Hernández @ara.artsyyyy
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Llegó el verano, ¡SIN TI! completan unas personas, dirigiendo el queride conejo malo. Verano sin ti o contigo, verano del amor, verano de los colores, del regreso del COVID pero bajita la mano pero realmente si nunca se había ido ¿cómo es un regreso?: verano.
Verano que brilla. Verano que atormenta. Verano con días largos. Días donde se piensa más, pues se vive más tiempo despiertx, porque el sol no se mete y pos en lugar de un atole, se amerita el clamato en el jardín/balcón/terraza/banqueta (inserte la ubicación de su preferencia).
Verano de chelas, verano de chanclas. Este verano en específico mucha piel. ¿Es la piel postpandemia? Urgen los bronceados, ¿urgen los bronceados? Urge salir de vacaciones, ¿urgen las vacaciones? ¿Urge adquirir plantas y actualizar redes sociales al respecto si crecen y son maravillosamente verdes y sanas y que si nuestro nuevo objetivo en esta vida es convertirnos en un capaz y eficaz plant-ser?. ¿Urge explicar como es que todxs vivimos en una época con un borroso olvido a una tragedia que ocurrió a nivel global? Extraño decir, pensar y reflexionar que hace dos julios estuvimos en un verano donde no importaba que usáramos, las vacaciones se cancelaron/postergaron, el uniforme homeofficero era lo que estuviera limpio o fresco, el sol fue aprovechado desde la ventana más cercana.
Entiendo lo que pueden idear: “otro texto de pandemia, que innovador” (nótese el tinte sarcástico). Este escrito, más que un texto de una vida en 2022, donde sigue habiendo COVID; conflictos armados terribles, cercanos y lejanos; donde los noticieros son redes sociales; tiempos donde canciones extrañas se hacen hits; donde los cafés se retacan. Este es un escrito alabando al verano, época calurosa que invita a no olvidar, a agarrar el rollo, a hacer lo que nos toca.
En lo personal, este verano lo siento diferente. Las estaciones del año, además de lo que usamos como prenda, ¿tienen un impacto más allá en nuestro ser? ¿Tiene que ver con el guardar el abrigo y sacar el huarache? ¿Hay una necesidad de libertad no expresada en este verano?, ¿O en el verano en sí?, ¿o qué fue lo que cambió en mi? ¿y a mi alrededor?. Oda al verano. Recriminación al verano. Grandes decisiones o grandes vacíos. Y es que puede sonar choteado, pero si la luna impacta incomensurablemente a los mares, ¿qué sucede con todo lo demás relacionado con la inmensidad? El hermoso clima soleado, nubes azucaradas, cielos rosados, anaranjados o tornasoles, árboles verdes, polen en el ambiente, las lluvias que reenverdecen campos y corazones. Impacto. Efecto (sin querer ya se coló otra pieza del maestro de la canción, Benito Antonio Martínez Ocasio).
Temporada de retos. Reconocer que los estómagos al aire no se critican, no importa tamaño, color, textura, huellas. Si no critico el abdomen ajeno, ¿para qué critico el mío?. Otra vez, verano de reconocimientos. Llegó ese terrible verano, donde hace dos años no salía y gracias al cielo no me rosaba caminar con vestido. Maldita sea, ahora que hago, ya me desacostumbre al vestido, al shorts, al peinarme para no sudar como mi padre en el sauna. Además, sumemos, en toda red social nos hablan de amor propio, vida aesthetic (sea lo que sea eso en la vida real y promedio mexicana), a tomar opciones alternativas de todo porque hay que pensar en la tierra, pero ese pensar en la tierra me eleva el precio un 200%. Y a todo esto sumemos el que mis axilas depiladas no lucen como las de la modelo de instagram que es “plus size” pero de una manera no muy plus y si muy hermosa en la línea estética de belleza occidental, sin manchas oscuras, cicatrices de granos mal exprimidos o bigote quemado por el sol. La promesa de la belleza decía un pensador de antaño, es lo que se anhela, y en verano, el deseo parece multiplicarse. Además, se sabe que Stendhal ni en sus sueños más remotos, imaginó que 300 años después de su existencia, su pensamiento sería tan actual, y con mucha ayuda de unos aparatos, que quienes tenemos una pizca de privilegio no soltamos ni para ir al baño. Ese aparato que empieza con T y termina con eléfonointeligente. La promesa de parecerme a la morra que no conozco pero que encontré una noche después de un día de beber mucho café, quien vive en algún lugar de Alemania, se dedica a no sé qué pero ¡ah cómo se viste chido! Si fuera tan solo un poco más simétrica, más delgada, con cabello más terso, con un novio también muy combinable y aesthetic, un guardarropa de ensueño, sencillo pero chingón… sería su versión mexicana y norteña. ¿A esto me empuja el verano? A ver el cuerpo de la otra en bikini o en transparencias porque ya fue mucho tiempo de casa y resguardo, y el cuerpo grita por sol, pero la cabeza no, y la ansiedad mucho menos; esta grita por miedo, frustración, vergüenza, de aaaaahhhh todo y nada a la vez. Mientras hace un chingo de calor y las publicaciones de sequía o incendios no paran, así como las vacaciones de nuestros querides (o no) conocides en Europa o ya por lo menos Huatulco.
Nuestros look parece que lo pensamos menos, a lo mejor por ser tiempos de sobrepensar y de mucha información. Y a la vez, el verano parece traer también algunos fines de semana de sueño. De la cheve o el trago eterno, del antojo de cigarro perpetuo, de la blusa sin mangas o ese vestido que todxs nos chulean. Ese lipstick rojo que como levanta ánimos, de esos planes de a ver que sale y sale de todo y más. Verano hedonista. O una buscando el hedonismo para hacer chico todo lo demás mencionado. Líneas delgadas de ser individua y egoísta.
Nos prometieron belleza, amor y acceso al deseo. ¿Se logra la reconciliación con el verano? Mis dudas son sinceras. El verano parece una película que sabemos se va a terminar, pero se nos olvida. Saliva, sudor entre tanto y tanto temor. ¿Qué look usamos ante lo mencionado?, ¿lo sabemos?, ¿somos consistentes?, ¿somos fieles? No son quejas disfrazadas de interrogantes. Son preguntas reales, ¿qué carajo estamos haciendo diferente y qué mantenemos de veranos pasados? Se vale reinventarse.
Estaciones del año son 4 y las hemos repetido ¿cuántos años? Reinventarse a partir del otoño, invierno y primavera. ¿El verano es el auge? ¿De qué? Aunque vaya que, ante tanta pregunta, voltear al cielo y ver un cielo vivo, azuloso, acuareloso, anima a bajar dos rayas el negativismo y ponerle un tinte amigable a la interrogante. ¿Cuál es tu trend de verano en tu cabeza? ¿Cuál es el equivalente a ese vestido comodísimo y delicioso que queremos usar siempre en cuanto a pensamiento se refiere? ¿o cuál es ese pensamiento que se iguala a ese outfit incómodo, desastroso pero que el mundo nos dice que es el SEÑOR outfit? ¿Será hora de hacer limpia? Que el sol nos lo diga. Creemos que somos hijos del sol en verano, y la verdad es que somos siervos de su calor, de su riqueza. Nosotros no somos soles ante el sol, mientras que el sol es un sol ante su sol. Ante esto, puede que mayor sea la razón para preguntar y responder, usar lo que deseamos, bajarle dos rayas al me tengo que ver así o asá, bajarle 5 rayas a la comparación corporal y bodyshaming que viene de colada cuando llega el verano a la fiesta.
Por lo pronto, yo al intentar ser una intelectualoide natural, no puedo negar lo maravilloso que es escuchar a Rauw Alejandro para terminar este escrito. Porque justo esto es lo quiero decir. El verano nos permite ser esos seres calurosos, sedientos de baile, de contacto, de colores, de vernos. Sedientos de responder las dudas que traemos desde ya hace varios veranos. Retraso de veintitantos años. Nunca es tarde. ¿De todas tus partes cual decido? Dedicada al verano, gracias Rauw.
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Cielo Vázquez (Tijuana, 1994). Norteña, psicóloga de formación, trabajadora humanitaria/intento de justiciera en la práctica, antipoeta de corazón, entusiasta del clamato. Fiel creyente en la superioridad de la tote bag como herramienta diaria.