Vellos re-púdicos: ¿por qué nos depilamos las féminas?
Texto por Anai Ramos. Ilustración por @isanckbell_cinderella_
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A través de nuestros años de vida hemos leído, sabido o al menos escuchado a lo lejos que la depilación en las mujeres se tiene que practicar por higiene y estética, aunque también, se le añade una voz a la distancia, sobre todo, hablando de la depilación púbica, que dice fantasmagóricamente que para el copule es más atractivo, inclusive que el acto será más satisfactorio de esta manera. La verdad es que esas voces se siguen por inercia y son de carácter social, lo cual indica que se han constituido por la emisión de mensajes a través de varios medios de comunicación y visuales, pero ¿cómo comienzan a darse y propagarse estas concepciones relacionadas a la sexualidad? ¿Será que tiene que ver algo con la idea de dominación de poder y marginación de las féminas?
Cabe mencionar que estos modos están cambiando, hoy en día vemos a muchas mujeres entusiasmadas dejándose los vellos, pero es importante seguir en la mira de las voces fantasmagóricas ya que, si ponemos atención, nos damos cuenta de que se sigue encasillando la idea de dejarse el vello al créese solo una práctica feminista, de revolución y lucha. A mi opinión, este encasille puede tener su parte positiva y negativa: la positiva es que se está visualizando el que podemos dejarnos los vellos, y la negativa, es que se encasilla como una práctica de un solo grupo de mujeres y realmente no se difunde el dejarse los vellos de manera general y natural.
Primero que nada, habrá que indagar en qué cargas significativas y palabras denominadoras, o séase, qué ideas-conceptos escuchamos o asociamos con vello púbico y axilar en las mujeres. Un ejemplo podría ser, tal vez, que al ver o tener vello se pudiera formular un repudio, un asco, una alusión a la suciedad, vergüenza, o si al ver un cuerpo depilado en la zona axilar, ni siquiera notarlo o mencionarlo. También, podría ser que al portar un pubis sin vello recibir halagos o inclusive nosotras mismas halagarnos y presumir lo que hicimos sin importar que se haya pagado con dolor, infección o dermatitis.
Los ideales de los vellos depilados y no depilados sobre cuerpos femeninos, como lo podemos ver a través de la historia, las voces sociales, películas, artículos de revista, etcétera, conllevan realmente a tres direcciones: la higiene, lo cual da sentido desde los textos históricos de las civilizaciones antiguas como los de los Egipcios, la estética, modo que podemos notar en las representaciones artísticas o a través de las voces sociales, y, por último, la sexualidad la cual se da a través de representaciones de actos o pre-actos sexuales entre hombre y mujer con cuerpo depilado.
Para comprender esto, es importante mencionar datos históricos debido a que, estas formas de actuar y modos provienen de ideales del pasado que se instauraron y se han reproducido hasta el día de hoy.
EL PRIMER VISLUMBRE DE IDEAL SEXUALIZADO
Así pues, comenzamos la indagación histórica: en el antiguo Egipto sabemos que, parte de la cultura de los grupos sociales más altos era el culto a la belleza y al cuerpo, ya que se creía que la belleza era un regalo de los dioses. Los vellos y el pelo eran relacionados a las clases más bajas y a comportamientos bárbaros, por ello el deshacerse de ellos era considerado bello. Además, para acceder a los templos se necesitaba estar depilado, o séase limpio e higiénico. Hay que señalar que hombres y mujeres de clase alta, sacerdotes y sacerdotisas eran los únicos que practicaban la depilación.
Pasando rápidamente a los Griegos y Romanos, nuevamente, de clase alta, encontramos que se comienza a relacionar la idea de pulcritud y juventud a través del cuerpo depilado, también siendo parte de una concepción de belleza y estética. Lo diferente es que, esta práctica se veía con más recurrencia en las mujeres ya que se decía que debían de tener siempre un aire juvenil e inmaculado.
Así, desde la Grecia clásica y el Imperio Romano, la depilación se dirigió más a ser un acto practicado, en su mayoría, por las mujeres, destituyendo la idea de ser un poder proporcionado por los dioses, sino un acondicionamiento para ser identificada como pulcra, inmaculada y juvenil. (Qué curioso, porque sabemos que los grupos dominantes en estas civilizaciones eran los masculinos, al contrario de Egipto, en donde las mujeres sí podían desarrollar su poderío naturalmente)
Si bien, estas acciones depilatorias relacionadas a la higiene y estética que circularon por las civilizaciones antiguas como Egipto, Grecia, Roma y hasta, podríamos agregar, en el Medievo, tuvieron la constante de que solo grupos de poder lo practicaban, se podría decir que era para las élites como López Agüero y AM Stella (2007) y se fueron relacionando ideas de sexualidad con el paso del tiempo.
PROPAGACIÓN DEL IDEAL DEPILADO Y LA DESTITUCIÓN DEL PODER SEXUAL FEMENINO.
Hoy en día la idea de depilarse está instaurada en nuestra naturalidad cultural y social, pero es parte de un performance de género, como lo menciona Judith Butler (2004). Las voces que escuchamos y a los caminos que nos dirigimos, o séase, la higiene, estética y sexualidad, provienen de normativas ya implícitas en nuestras formas de actuar y se representan a través de distintos canales de comunicación tales como el cuerpo. Pero habrá que preguntarse cuándo comenzó a propagarse la sexualización y la difusión de esta normativa fantasmal.
La obra de arte pictórica fue la que fungió como mera propaganda de estos modos, y, por supuesto, de otros más. A partir de la pintura renacentista comenzamos a ver desnudos de género femenino en donde ya se visualizaba una falta de vello axilar y púbico, esto se fue traspasando a otras corrientes y emprendió su camino por el tiempo. Lo curioso de esto es por qué empezó la representación de un cuerpo femenino desnudo sin vello, ya que, por supuesto, llevaba un trasfondo social de poderío sexualizado.
Uno de los datos curiosos que ya hemos tocado es que, la mujer se comienza a depilar cuando el hombre es el que funge como poder en los grupos y sociedades, ahora, con lo que se dijo en el párrafo anterior sumándole a lo que dice John Berger (2000), a partir de este tipo de expresiones artísticas se formula un juego donde se creía al hombre como el examinante y a la mujer como la examinada, transmutando también la idea de que los hombres actúan y las mujeres, simplemente, aparecen.
Si bien, el juego del hombre como supervisor hace y convierte a la mujer en supervisada y en un objeto real de representación sexual. Así, el supervisor/espectador se convertía, según Berger (2000), en el propietario de la imagen, o sea, de la exhibición, más claro: el hombre se sentiría dominante y podría alimentar su poder como examinante. Ahora, habrá que preguntarse esto qué tiene que ver con nuestro tema.
El vello, sobre todo púbico, que tanto se depila, se ha relacionado como símbolo de representación sexual, lo que no sabemos es que en aquel entonces se le cargaba y relacionaba con el poder. A través de las pinturas como la obra Susana y los viejos de Tintoretto (1560-1565), podemos ver claramente la representación de la mujer desnuda, depilada, dandose un baño y siendo espiada por los hombres vestidos, así, como lo menciona Berger (2000), se da la idea de destitución de poder: El hombre la ve porque su poderío le da el derecho simbólico a hurtar el de la mujer, la cual ahora, sin vello, puede ser espiada.
Luis Alfonso Díaz Martínez (2013), menciona que el vello está relacionado con la diseminación/difusión de feromonas y con el fin de enviar un mensaje visual de fertilidad, entonces queda claro que, a partir de este juego entre la pintura del desnudo depilado, incautaron el poderío sexual femenino para traspasarlo hacia el hombre que las miraba.
Clarificando, según Berger (2000), el vello se asociaba con la potencia sexual y la pasión, minimizando así, estos aspectos de la mujer para que el espectador y el creador formularan un juego imaginativo sexual en donde se destituye el poderío de una persona-musa-modelo para potenciar el de hombres. Así, haciendo de la protagonista un objeto al que se puede mirar y examinar, destituida de su verdadero poder sexual.
A partir de esto se fueron instaurando estos modos y costumbres que, fantasmagóricamente, sabemos que debemos de practicar.
Lo peor del caso es que, a través del tiempo, no solo quedó la mujer incauta de su poderío sexual simplemente por el factor vello, sino también se aprendieron los modos de juego: la mujer examinada se aprendió a examinar también a sí misma, por ello hoy en día las propias mujeres hablan de que depilarse es higiénico, sexualmente correcto e inclusive se han inventado gustos propios como que se disfruta más la piel al tacto, también a veces, nosotras mismas vemos nuestro cuerpo con re-pudio o vergüenza si portamos vello.
Lo importante de esto es que la depilación es un incaute del poder sexual femenino que se robó para que el hombre tuviera poder, vemos como estos modos han evolucionado desde la idea de la juventud inmaculada de los Griegos, pasando por las obras pictóricas renacentistas, las películas pornográficas emitidas desde 1920, anuncios publicitarios, representaciones del ideal femenino del ayer y el hoy sin vello, así ya siendo instauradas en la sociedad como voces inmersas en nuestro día a día. En estas representaciones vemos pues, a la mujer depilada pudiendo ser espiada, mirada, o sexualmente semi-activa sin vello, también, recreando el significado simbólico de que una axila o pubis cuidado, lo cual oculta la idea de que este tipo de representaciones fungen con la idea de propagar la concepción de sexo débil.
Estos modos, por supuesto, han venido conquistándonos desde la pintura renacentista, hasta las películas, inclusive personajes icónicos de televisión, estereotipos de belleza y la publicidad.
Hoy, tenemos el poder de decidir qué relaciones de poder seguir o no seguir y si vamos a favor del vello re-púdico y el pubis/pierna/axila cuidada o si reconstruimos estas denominaciones que afectan la libertad y naturalidad de nuestra propia sexualidad.
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Anai Ramos es una mujer mexicana, diseñadora, publicista de moda y maestra en comunicación enfocada en la semiótica. Su principal dedicación es difundir las subcapas fantasmagóricas de sistemas convencionales y normativos que precarizan a la sociedad, con el fin de instituir cambios conscientes que se dirijan a fomentar la libertad y poder de cada individuo.
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