La obsesión de la moda con las drogas (y su impacto en la industria del modelaje)
Texto por Montserrat Trigo S. ★
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El consumo de drogas ha sido una problemática que comenzó a convertirse en un tema de salud pública desde mediados del siglo XX, dañando el tejido social a un nivel prácticamente irreparable. Hemos llegado a un punto de normalización en el que el consumo en ciertos sectores laborales ha dejado de escandalizarnos (inclusive creemos que dedicarse a cierta profesión implica una predisposición a consumir estupefacientes) y, en el caso de la moda, el consumo de drogas se ha utilizado, incluso, como parte de decisiones creativas en producciones editoriales, publicitarias, etc.
Si bien las consecuencias del consumo de drogas en imágenes populares como modelos, artistas, etcétera es perjudicial directamente en la salud física y mental de ellxs, al ser imágenes públicas el daño termina por ser social y cultural. La industria de la moda vende una idea aspiracional de la vida que se desearía tener, por lo que al popularizar y normalizar, inclusive romantizar el consumo de las drogas, deja de escandalizarnos y se puede percibir incluso como algo deseable.
DROGAS Y MODA: PRODUCTOS A CONSUMIR EN EL SISTEMA CAPITALISTA.
Es importante recalcar que la drogadicción es una enfermedad psicológica y psiquiátrica con efectos físicos letales y está catalogada como tal por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5 y la American Psychiatric Association, por lo tanto requiere del cuidado y la atención necesaria que cualquier otra enfermedad. Existen muchas razones por las cuales una persona puede recurrir al consumo de drogas; depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, un estilo de vida estresante, un entorno social violento.
En el sistema capitalista de carácter neoliberal en el que vivimos y en el que lxs modelos se desenvuelven, la realidad es explotadora, opresiva y mal pagada. A diferencia de lo que muchxs creen, la vida del modelo mexicanx promedio no es una vida lujosa vistiendo marcas de renombre y asistiendo a eventos exclusivos; algunxs pertenecemos a la clase trabajadora, sujetos a contratos que muchas veces nos ponen en desventaja. Lxs modelos son reemplazables y sujetos al despido al menor cambio físico o aparición de un talento más fresco, joven, hegemónico o de mayor renombre. Al entrar a esta industria se nos enseña que somos competencia; estamos solxs y se nos tiende a recordar que el elemento relevante de nuestro trabajo no somos nosotros, sino la forma en que vendemos los productos a través de nuestros cuerpos.
La competencia entre colegas es brutal, pero la presión del consumidor al constantemente permanecer inconforme con el modelo y ser sumamente crítico genera cambios en la visión del diseñador (quién en el sistema capitalista, es quien cubre la oferta). La insatisfacción de la industria genera una insatisfacción personal del modelo con sí mismo.
En cuestión laboral, México tiene estipulado por ley que una persona puede trabajar hasta 48 horas a la semana, con un máximo de ocho horas al día por seis días a la semana. Los trabajos de modelaje, considerando maquillaje, peinado, fitting, ensayos, etcétera, pueden llevar hasta 12 horas en un día. Poder llegar a tener un sueldo fijo y trabajo constante como modelo puede llegar a tomar hasta tres años. Así mismo, la desigualdad en la industria de la moda mexicana se refleja cuando el 72% del total de quienes están ocupadxs en esta industria carecen de ingreso laboral suficiente para superar el umbral de pobreza, contemplando que la mayoría no cuenta con afiliación al IMSS, Infonavit o un contrato estable.
Tristemente la mayoría de trabajadores en México se enfrenta a situaciones laborales no muy distintas a aquellas que imperan en el mundo de la moda. Al final la moda es un reflejo de la sociedad en la que se vive y no es sorpresa que frente al panorama actual, 2,167,905 personas demandaron tratamiento por consumo de sustancias psicoactivas en la Red Nacional de Atención a las Adicciones en el año 2022.
LA ASPIRACIÓN EN LA INDUSTRIA.
La industria del entretenimiento, incluida la moda, han generado una idea errónea de lo que el mundo de las drogas realmente representa en la sociedad contemporánea al convertirlo en inspiración o punto de referencia, sin mostrar de forma explícita o realista, las consecuencias del consumo de drogas.
Uno de los efectos físicos de la mayoría de narcóticos de carácter sintético es la pérdida de peso a causa de la supresión de apetito. El heroin chic resaltó la piel pálida, las ojeras, rasgos demacrados y el bajo peso en contrapropuesta a la diversidad de cuerpos que surgía en la década de los 80’s en el mundo de la moda. Así mismo, la tendencia coincide con la normalización del consumo de heroína entre la clase media y alta de los Estados Unidos, dejando de ser relacionada con la pobreza. Ante dicho fenómeno, el aspecto físico del consumidor privilegiado comenzó a distribuirse como tendencia.
El heroin chic también coincide con el movimiento grunge y una profunda desesperanza social que se manifestaba por medio de diversas disciplinas. Desde el autodesprecio, hasta el nihilismo pesimista, el consumo de narcóticos se vio a la alza a lo largo de la década de los 90´s. Teniendo figuras de gran popularidad y relevancia cultural tales como Kurt Cobain, la banda Alice in Chains, películas como Trainspotting y Pulp Fiction, y la cara misma de la tendencia, Kate Moss en la campaña de Calvin Klein, la imagen física de demacración, caos, rebeldía y desinterés se convirtió en una aspiración.
“La industria sabe perfectamente que una gran parte del consumo es aspiracional (…) el resto es aburrido, lo común está pasado de moda y el consumidor aspira a no ser como lxs demás. Al capitalismo le interesa principalmente porque las drogas, el alcohol y el sexo generan mucho dinero”.
– Diseñadora de modas, 21 años.
“(…) hay una especie de mito alrededor de la figura del artista rebelde, y desafortunadamente,en algunos casos, las drogas se han asociado con esa imagen. También es crucial considerar la realidad en la que muchos modelos operan. La incertidumbre constante, la presión de la industria y las altas expectativas tanto de la audiencia como de ellos mismos pueden generar niveles de estrés abrumadores.”
– Nitzi Romero, fotógrafa
DROGADICCIÓN Y CAPITALISMO
En el escenario contemporáneo, la insatisfacción laboral, las crisis económicas, la crisis inmobiliaria, la incertidumbre política y la disminución de la movilidad social en un escenario post-pandemia y de conflictos armados podría ser un escenario similar al que inspiró el movimiento grunge durante la década de los 90´s. Lamentablemente el mundo de la moda está reviviendo la talla cero que Kate Moss tenía. La mayoría de lxs modelos mexicanxs son jóvenes a la deriva de tendencias imperantes en panoramas laborales y sociales donde la salud mental no está considerada como una prioridad.
“Convertir el consumo de drogas en una tendencia no solo trivializa un tema serio, sino que también puede tener consecuencias graves para la salud física y mental de quienes están involucrados. (…) es esencial recordar que detrás de cada imagen hay una persona con su propia historia y desafíos. (…) promover un ambiente de trabajo que priorice la salud mental y física de lxs modelos. La responsabilidad recae no solo en la industria, sino en todxs nosotrxs.”
-Nitzi Romero, fotógrafa.
No solo en el ambiente laboral de la moda, sino también en el resto de industrias, el poco o nulo cuidado y deshumanización del trabajador terminan por convertirse en incentivos al consumo. Si bien en México se contempla la salud mental y la prevención a las adicciones en la Ley General de Salud (artículo 72), la realidad dista de dicha ley: el 75% de lxs mexicanxs han expresado inconformidad laboral. Si bien el trabajo de lxs modelos no es un trabajo de oficina, sí es responsabilidad del consumidor y empleador regular y dignificar el trabajo del modelo.
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Montserrat Trigo S. es una modelo emergente que estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Autonoma de Guadalajara con especialidad en Asia Pacífico y Diplomacia Cultural.