¿Cómo puede unx pasar de consumir looks austeros o tener fé en las enseñanzas de Marie Kondo a estar, inadvertidamente, reavivando una filosofía estética basada en el fascismo?
¿Qué es la ropa pirata sino el contenedor de un conjunto de significados exclusivos de las clases altas? ¿Acaso tanto los artículos de lujo como los de falsificación no serían unos ni otros sin una sociedad que los juzga y los inserta en una jerarquía de valores desiguales?
Y es que hay una delgada línea entre el reconocimiento de los logros de representatividad de nuestras corporalidades en los sistemas visuales hegemónicos y la perpetuación de estereotipos que terminan legitimando los abusos de las personas en el poder.
Su feminismo blanco y empoderado no llega a nuestras colonias donde el cableado se ve mal y hay tenis colgados en cada esquina; pero tampoco queremos su feminismo que “salva”, que pretende que todas somos iguales y que cree que si se toman fotos con una michelada en un tianguis ya son igual que nosotras.
Cuando tu influencer favorita resulta una estafadora. Texto por Ximena Navarro E. ★ Collage por Melina Guerrero * Suena una campanita. Revisas el celular. ¡La espera ha terminado! Después de […]
Influencers mexicanas: entre la blanquitud, los privilegios y las redes sociales. Texto por Dulce Perea. Ilustración por Ale Vega. * Recuerdo que hace unos 10 años, se hablaba de que […]