Vestir aesthetic a las realidades latinas.
Texto por Camila Rua ★
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Vivir en Latinoamérica, vestirse en Colombia, México o Chile, realidades similares y distintas a la vez, atravesadas por las mismas penurias en un empaque diferente o en este caso en outfits diferentes. Hoy, en las redes sociales hemos podido conversar, discutir y comparar cómo es la moda y el vestir en Latinoamérica, situación permeada por la necesidad de ser aesthetic o ser parte de un aesthetic, como el old money, coquette, fairy core, etc; también es cambiar nuestras maneras de hablar, decir “outfit” en vez de pinta, atuendo o conjunto.
Tendencias, estilos y palabras en inglés que por sí mismas indican el público en el qué y para el que fueron creadas, un público occidental, europeo y estadounidense. Lo que implica unas claras diferencias económicas, sociales y culturales con respecto a América Latina, que carga con una herencia colonial de subdesarrollo y distintas violencias políticas. Aunque ello no impide el deseo de estar en tendencia o a la moda, este deseo se articula con cómo nos percibimos en Latinoamérica, reflejada en redes sociales, en particular en reels o Tiktok, videos con frases como “nacido para usar outfit extravagantes, obligado a vivir en Latinoamérica” o con audios como “maldita mi suerte de haber nacido pobre, de vivir en este rancho y en este barrio lleno de corronchos».
Querer estar a la moda es un deseo que hace parte del proceso del sistema moda, que en gran medida se sostiene por las lógicas del capitalismo, el cambio regular y la movilidad social. Debido a ellas, las personas sentimos el deseo de estar a la moda, deseo del que casi nunca se puede escapar cuando se está inmerso en este sistema capitalista, en el que se encuentran diferentes intermediarios culturales como celebridades, influencers, revistas y programas de televisión que introducen imágenes donde se observan estilos de vida, maquillaje, cabello y de vestir que se pueden convertir en objeto de deseo y puede hacer que una tendencia triunfe.
Un ejemplo claro de ello es la relación que hay entre los creadores de contenido en redes sociales, particularmente en TikTok, con lo aesthetic, influencia que cambió desde las formas de vestir hasta las formas de nombrar y describir algunas cosas. La palabra “aesthetic” ha tenido dos usos principales: 1) un sinónimo de estilos y 2) una palabra para describir cosas que producen placer a la vista.
Estas dinámicas están enmarcadas en un momento histórico hiperconectado por las redes sociales, donde gobiernan las imágenes y triunfa el marketing de nicho, es parte de un proceso histórico de cruces culturales y de moda entre culturas diferentes y con un poder diferenciado. Ya que el propio triunfo del sistema moda se deriva del capitalismo y el colonialismo, a través del que se tejieron relaciones desde la revolución industrial en la Gran Bretaña del siglo XIX; por ejemplo, Entwistle menciona que la explotación de recursos naturales de sus colonias, como India, para producir y venderles tejidos acabando con la producción textil de la misma colonia, solo que a una velocidad más rápida y a menor costo, acompañadas de las nuevas tendencias del mercado, introducidas por los diferentes intermediarios de la época procedentes de países europeos1.
Aunque este proceso haya sufrido unos cambios y la globalización haya permitido un aumento en los cruces culturales, es necesario entender cómo nos estamos percibiendo en Latinoamérica frente a las modas que se pueden observar en 3 tipos de reels y tiktoks producidos por creadores de contenido que habitan Colombia, México y Chile.
«NACIDX PARA USAR OUTFITS EXTRAVAGANTES… OBLIGADX A VIVIR EN LATINOAMÉRICA».
En el primer tipo de contenido la ropa de su protagonista no combina o no concuerda con el paisaje, el barrio o las tradiciones. Algunos de ellos tienen frases como “Nacido para usar outfit extravagantes. Obligado a vivir en Latinoamérica”, “Pov: vas con tu outfit de Pinterest en tu país donde no entienden pinterest”, “Yo caminando con mi outfit más astetik por mi barrio humilde”, “Cuando tu look aesthetic no combina con las calles de tu rancho».
En estos videos se observan dos choques que ayudan a construir el mensaje de que en Latinoamérica no se puede o debe usar ropa extravagante o aesthetic. El choque más claro es el que se encuentra en las frases que muestra como incompatible el vestir extravagante o ser aesthetic y vivir en un barrio humilde, un rancho o en América Latina; hay también un choque visual entre el paisaje y la ropa que se utiliza, paisajes que se pueden percibir como descuidados, feo y hasta peligroso, mientras que la ropa se podría describir como ropa aesthetic, algunos todos de negro y más alternativos, mientras que otros más sofisticados y elegantes.
Estos choques hacen parte del proceso de hibridación que desarrolla Nestor García Canclini para explicar las mezclas o combinaciones que se dan en Latinoamérica entre lo tradicional y la modernidad, lo mítico y lo tecnológico que “basado en las conocidas propuestas de Marshall Berman, García Canclini propone que la modernidad latinoamericana es sumamente contradictoria debido a que han habido procesos de modernidad cultural pero una modernización socioeconómica con grandes desequilibrios”2. Es decir, la modernización en América Latina no significó el abandonó de lo tradicional para darle paso a lo moderno, sino que hubo una mezcla entre lo tradicional y lo moderno como ocurre en el tipo de vídeos antes mencionados.
Otros ejemplos de este contraste se observan en videos que presentan dos momentos primero el aesthetic y luego personas haciendo actividades propias de su cultura y costumbres. En este tipo de videos de “Yo la más [iconic] del paseo” vs “Mi familia” se burlan, a través del contraste, de la tradición, la familia y los planes tradicionales de la cultura costeña colombiana que “no le presta atención” a los asuntos de la moda y de la modernidad. Esta burla se basa en la visión que de América Latina, sus habitantes y sus costumbres ha tenido el norte global. Desde los tiempos de las colonias del Nuevo Mundo, hoy Latinoamérica, ha sido entendida como inferior, lo que incluye a sus pobladores, sus diferentes costumbres y sus formas de vestir. Por eso, las costumbres tradicionales no son bonitas o agradables a la vista y en consecuencia no son aesthetic. De manera que se han introducido actividades y ropas que sí son consideradas aesthetic, aunque no son costumbres propias, como el brunch.
BURLARSE DE LO AESTHETIC.
En el segundo tipo de videos, la ropa de su protagonista tampoco concuerda con el paisaje, el barrio o las tradiciones y otras personas lo notan y se burlan de ello. Ejemplos de este tipo de videos se pueden identificar con el audio “maldita mi suerte de haber nacido pobre, de vivir en este rancho y en este barrio lleno de corronchos” que proviene de la novela colombiana Chepe Fortuna. Además del audio, se pueden ver videos de mujeres utilizando botas texanas o faldas largas con las siguientes frases añadidas “Cuando te pones tus texanas y te preguntan dónde dejaste el caballo😂”, “Cuando me pongo falda y me dicen que parezco predicadora y no ✨aesthetic girl✨”, “pov: te pones un vestido largo y tus hermanos te dicen que pareces testigo de Jehová 🙄”.
Con estos videos se puede identificar la diferencia de costumbres y extrañeza que produce el uso de prendas asociadas a otras actividades y religiones en particular. De manera que observamos ese proceso de hibridación entre culturas, la que asocia las botas con los caballos o la falda larga con una religión en particular, con la tradición, mientras que lo moderno asocia las botas y las faldas largas a lo aesthetic.
Y es que “llevar la última moda puede que en realidad no sea una expresión del deseo de ser como los «mejores», sino de algún otro deseo, posiblemente del de ser visto como «moderno» e «in» respecto al tiempo”1. Lo que está completamente relacionado con la esencia del sistema moda que surge en la modernidad, pero que, además, está en una búsqueda y cambio constante de tendencias y estilos. Por eso la moda termina por mezclar y tomar diferentes elementos de diferentes culturas, subculturas, contraculturas, etc. y en consecuencia hay choque constantes con lo tradicional, algunos de los casos son la minifalda y el uso de faldas por parte de hombres, etc.
Pero, como se ha mencionado anteriormente, la modernidad tiene unas implicaciones distintas en Latinoamérica, incluso, tiempos de desarrollo distintos frente a Estados Unidos y Europa. Por eso en el artículo “Moda y decolonialidad: colonialismo, vestuarios y binarismo”3 se explica que finalmente los latinoamericanos no somos observados, ni entendidos como iguales a pesar de utilizar las mismas prendas, o similares, a las que iniciaron las aesthetics. Ya que en Latinoamérica no vivimos una modernidad “completada”, sino que nos encontramos en un punto medio, en la hibridación, nos encontramos en un estado de carencia en donde somos extraños para la modernidad y para la tradición a la vez.
MUJERES AESTHETICS
A pesar de la hibridación que genera extrañeza, la presencia de la modernidad sigue siendo considerada un avance, una mejora frente a la tradición. De manera que estar a la moda, en tendencia y saber combinar las prendas se convierte en un orgullo o en una muestra de superioridad frente a los otros. Eso lo podemos observar con el tercer tipo de videos, en los que las protagonistas se muestran orgullosas de recibir miradas, ser extravagante, aesthetic e incluso ser observadas en el transporte público.
Dos ejemplos de ello se encuentran videos con frases como “las coquette también montamos en bus 💋🎀✨🌸” o “nena recuerda: No importa cómo llegues, sino el outfit que lleves 💅😎”. En ellos vemos a mujeres vestidas con el estilo coquette y de maneras que se puede considerar extravagantes mientras están sentadas en el transporte público.
En ellos se pueden analizar dos mensajes, el primero, el supuesto de que las chicas coquette no usan transporte público, y mucho menos bus. Lo que se podría trasladar fácilmente a: no se supone que vivan en Latinoamérica, que sean morenas y que no sean delgadas, ya que al ser una tendencia construida desde el norte global, ese es el público al que va dirigido.
El segundo mensaje es que ambos videos evidenciando su superioridad al ser moderna y, al mismo tiempo, evidenciando la herencia colonial del país que habita. Es decir se observa la mezcla de lo tradicional y lo moderno. En varios vídeos también se hace la invitación a otras personas a dejar de lado los inconvenientes que puede traer la tradición para adentrarse en la modernidad a través del vestir. Una narrativa aspiracionista, que afirma que todos podemos «ser aesthetics«, sin importar las condiciones materiales en las que vivamos.
A pesar de la molestia que puede generar este tipo de discursos, es posible hacer otra lectura desde la teoría de género, ya que las mujeres se muestran a sí mismas en el espacio público, que durante siglos les fue negado, reduciéndolas a ser floreros, un objeto de los hombres, de los esposos, padres, hermanos e hijos. De manera que fueron recluidas en el espacio privado como el hogar y el cuerpo. Por eso “es normal, pues, que las mujeres hayan desarrollado un agudo sentido de conciencia de ellas mismas respecto a su imagen, que nada tiene que ver con su ‘naturaleza’ innata, sino que es un resultado de las actitudes y presiones culturales”1 explica Entwistle.
En ese caso, la visibilidad que genera el estar a la moda podría configurar un intento de liberación y apropiación del espacio público en un intento de presentarse como una sujeta plena. Para ello, también utiliza la superioridad que trae consigo la idea de modernidad y genera identificación con las personas que habitan espacios de hibridación.
Para concluir, ser aesthetic puede representar un estatus y, a la vez, apuntar con el dedo índice la herida colonial para un público amplio cuando se comparte en redes sociales. Hecho a partir de diferentes sentires sobre lo que es habitar la hibridación, como es la queja o el sobrecogimiento que implica tener estilos alternativos en América Latina, también se encuentra la burla del otro, la vergüenza que genera para la persona que es objeto de ella y, a su vez, la burla hacia quien se burla por no saber de moda. Por último, el orgullo aspiracionista de ciertas mujeres que puede ser leído como la reapropiación de un espacio negado a través de un elemento demeritado como lo ha sido la moda.
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BIBLIOGRAFÍA
[ 1 ] Entwistle, Joanne. 2023. The Fashioned Body: Fashion, Dress and Modern Social Theory. 3a ed. Oxford, Inglaterra: Polity Press.
[ 2 ] Rodríguez-Cascante, Francisco. 2015. «Hibridación y heterogeneidad en la modernidad latinoamericana: la perspectiva de los estudios culturales». Revista Comunicación, marzo. http://lnx.unistrada.it/docenti/3/MaterialeDidattico/2012/3/Rodriguez%20Cascante%20Hibridacion%20y%20heterogeneidad%20.pdf.
[ 3 ] De Oliveira Santos, Heloísa Helena, y Mi Medrado. 2023. «Moda E Decolonialidade: Colonialismo, Vestuário E Binarismo». Tomo 42 (enero): e17545. https://doi.org/10.21669/tomo.v42i.17545.
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Camila Rua es una periodista colombiana maestrante de Sociología en la Universidad de Antioquia en Medellín. Su trabajo se ha enfocado en el género, la historia, las modas y el vestir en Latinoamérica. Le encanta crear nuevas pintas (outfits) con prendas que ya tiene y transformar ropa en desuso.